Otra muestra de que empiezo a tener más años que un bosque son las ganas de retirar carnets de periodista cuando leo titulares que incluyen alguna variación del concepto “hacerse viral”. Son un tipo de no-noticia especialmente idiota, y que en la mayoría de las casos se resume en “alguien absolutamente irrelevante ha dicho algo”. El pan nuestro de las RRSS pero que visto en un medio tradicional junto con la subida del Euribor o los bombardeos de Gaza, queda ridículo.

La tendencia de los medios tradicionales de convertirse en altavoces de auténticas gilipolleces parece estar científicamente demostrada. Leo en Social media influencers may affect more than voter opinions:

Social media influencers have a more extreme effect on the rest of society, according to the researchers. As more people turn to social media for their news, influencers and traditional media outlets begin competing for the same audiences. To stand out from the crowd and attract more followers, influencers distort their messaging. In response, the opinions of citizens who are swayed by the influencers become more polarized. Traditional media outlets continue reporting objective news, said Jabr, but their editorial positions — think of political pundits who offer opinions instead of objective analysis on trending news stories — become more extreme as well.

El artículo tiene un par de puntos interesantes. Al final aconseja ejercer algún tipo de control sobre las opiniones vertidas por influencers en RRSS. Sin embargo, y a pesar de que en el mismo artículo se dice que las líneas editoriales de los medios tradicionales imitan de manera consciente y planeada posiciones extremas de estos influencers, nadie se plantea que haya que meterles mano.

@libertadVerdaderaYa65 no puede decir sus gilipolleces en alto, pero El País, sí.